Presentan estudio que devela impacto de la pandemia de COVID-19 en la salud mental de los habitantes de la región
La investigación, llevada a cabo por la UCN y la UFRO, consistió en una evaluación de síntomas ansiosos, depresivos y conductas de riesgo en comunidades de la zona. Entre los resultados, se observó además un incremento en el consumo de alcohol, sobre todo en los mayores de 25 años.
En el marco del mes de la prevención, SENDA Ovalle organizó la jornada expositiva “Hablemos de las consecuencias de la pandemia en nuestra salud mental, consumo de alcohol y drogas”, instancia en la que un equipo de investigadoras presentó avances de un estudio sobre los efectos de la pandemia en la salud mental de los habitantes de la Región de Coquimbo.
“El cansancio de la pandemia es un término asociado al estrés que todos hemos ido acumulando en estos meses, donde estar encerrados, perder contacto con nuestros compañeros y amigos, nos ha generado angustia y ansiedad, provocando un aumento en la cantidad de personas con depresión, y con todas las situaciones lamentables asociadas, como el consumo de alcohol y otras drogas”, señaló la Doctora Vasthi López, Secretaria de Extensión y Vinculación con el Medio de la Facultad de Medicina de la Universidad Católica del Norte.
“Las consecuencias que ha tenido la pandemia en el consumo de alcohol y otras drogas, y obviamente, en salud mental, son temas que hemos revisado a través de la aplicación de diversas encuestas; así es que algo hemos conversado y reflexionado, especialmente, considerando las estrategias que tenemos y cómo vamos a intervenir de mejor manera”, precisó Fernanda Alvarado, Directora Regional de Senda Coquimbo.
Resultados preocupantes
La Doctora Paola Haeger, académica de Facultad de Medicina de la UCN, presentó el estudio “Impacto de la pandemia COVID-19 en salud mental”, realizado en conjunto con investigadoras de la Universidad de la Frontera, bajo el proyecto adjudicado Covid.ANID.
La investigación consistió en una evaluación longitudinal de síntomas ansiosos, depresivos y conductas de riesgo en comunidades de la Región de Coquimbo y de la Araucanía. Es decir, se logró realizar un seguimiento desde mediados de 2020 hasta abril de 2021, período en que se realizaron una serie de encuestas para recopilar información sobre los efectos percibidos por los 1.039 participantes.
Gracias a la utilización de la herramienta DASS-21, el equipo detectó malestar emocional, vinculado a la presencia de síntomas depresivos, ansiosos y de estrés. Dicho estado se ha manifestado especialmente en menores de 25 años
En cuanto al consumo de alcohol, se evidenció que los menores de 25 años declararon un consumo promedio de 1.5 copas a la semana, mientras que los mayores de 25 presentaron mayor consumo durante toda la pandemia (presentando un peak promedio de 3.5 copas en diciembre de 2020).
En relación a predictores de consumo en mujeres, se observó que mayor edad, menor sensación de soledad y mayor impacto de la pandemia en las relaciones interpersonales se relacionan a un mayor consumo de alcohol. En tanto, el consumo en hombre se vincula a mayor edad y mayor impacto percibido en términos económicos.
Un hallazgo llamativo es que el consumo vinculado a sentirse mejor y al afrontamiento al malestar emocional se refleja también en un aumento en el consumo semanal de alcohol. Estos motivos, junto al de consumir para compartir con otros, pueden aumentar el riesgo de consumir alcohol en exceso.
Otra de las principales conclusiones de la investigación es que los jóvenes y las mujeres presentan mayor malestar emocional durante la pandemia; y quienes más han aumentado su consumo de alcohol son los mayores de 26 años. En tanto, 10% de los participantes presentan un consumo problemático de alcohol.
Los riesgos del consumo de alcohol
Por su parte, la Doctora Francisca Román, académica del Departamento de Psicología de la Universidad de La Frontera, encabezó la presentación “Consumo de Alcohol: ¿Es solo una decisión individual?”
En este sentido, manifestó que “En Chile, el consumo de alcohol es el factor de riesgo con mayor carga de enfermedad. Esto significa que tiene un impacto directo en la mortalidad, pero también en años que se viven con enfermedad”, explicó.
Respecto a qué influye en su consumo, explicó que afectan los contextos más cercanos a la persona, como familia, entorno laboral, recintos educacionales y grupo de pares. Más allá de eso, también hay una marca en los significados culturales asociados al consumo. Finalmente, influye el macrosistema económico y las políticas públicas.
“En Chile, beber alcohol es una estrategia no diferenciada, ya que se utiliza por muchos motivos (celebraciones, mecanismo de afrontamiento, entre otros). Y lo más preocupante, es que el consumo excesivo está normalizado”, precisó.
Respecto a los roles de género y el ingerir alcohol, la experta explicó que los hombres beben en mayores cantidades y con mayor frecuencia, pero que, durante los últimos años, se han observado cambios en esos patrones debido a la mayor participación social y económica de las mujeres.
En relación a las políticas públicas, señaló, que existen avances como la Ley Emilia y Programas de detección e intervención breve para consumo problemático. Sin embargo, precisó que se necesita aplicar medidas a nivel poblacional para disminuir la disponibilidad de esta sustancia, aumentar restricciones orientadas a la publicidad e incrementar el control sobre las regulaciones ya existentes.
La directora regional de SENDA anunció que hace algunas semanas el Senado aprobó modificaciones vinculadas a la ley de Alcoholes, como la incorporación de advertencias sobre las consecuencias nocivas del consumo, en cada envase; prohíbe publicidad en eventos deportivos y la que esté orientada a menores de edad, así como también obliga a la exhibición de la cédula de identidad al momento de la compra.