¿Puede una película de Netflix hacernos reflexionar sobre el Día Mundial de la Asistencia Humanitaria?
¿Puede una película de Netflix hacernos reflexionar sobre el día mundial de la asistencia humanitaria?
Por Dra. Elena Carrera Serrano, residente 1° Año Programa Especialidad de Medicina Familiar
“Sergio” (2020) es una película dramática, con tintes documentales bastante asertivos, protagonizada por el carismático actor brasileño Wagner Moura y la famosa actriz cubana-española Ana de Armas, que narra parte de la vida, y prematura muerte, del diplomático Sergio Vieira de Mello, quien fue un Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos y a quien debemos la conmemoración de este día.
Sergio, brasileño de nacimiento y filósofo de profesión, comenzó su carrera diplomática en las Naciones Unidas en la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) en Ginebra y operaciones humanitarias y de mantenimiento de la paz en Bangladesh, Sudán, Chipre, Mozambique y Perú.
Con una basta experiencia curricular, que incluyó ser Alto Comisionado, Director de Repatriación, Jefe de Asuntos Civiles, Secretario General Adjunto para Asuntos Humanitarios, Comisionado Auxiliar para Refugiados y Coordinador del Socorro de Emergencia en casos tan complejos como los ocurridos durante fines del siglo XX y comienzos de este milenio en: Camboya, Yugoslavia, la región de Lagos en África, Nueva York y en los conflictos bélicos en Kosovo y Timor Oriental, le valió la reputación de ser un excelente negociador por la paz, pues generaba espacios democráticos en países en guerra y se barajaba la posibilidad de que fuese el siguiente Secretario General de la ONU.
En el 2003, Kofi Annan, el Secretario General de las Naciones Unidas para ese entonces, le pidió a Vieira de Mello tomar un permiso de ausencia temporal para ir a Iraq como su Representante Especial. El 14 de agosto de 2003, se creó una Misión de Asistencia de las Naciones Unidas para Irak, de la que Sergio formaba parte. Debían reunirse el 19 de agosto de 2003 en el Hotel Canal, que era conocido por ser el lugar donde la ONU tenía sus oficinas desde la década de los 90. Esa tarde, la organización terrorista Al Qaeda les envió un coche bomba. Este atentado suicida acabó con la vida de nuestro protagonista y de 22 personas más y trajo consigo no solo la retirada de casi todo el personal de la ONU en Irak sino también un profundo cambio en relación a la seguridad de aquellas personas que trabajan prestando ayuda humanitaria.
En 2008, la ONU estableció el 19 de agosto como el Día Mundial de la Asistencia Humanitaria, con el objetivo de conmemorar a todas aquellas personas que han muerto cumpliendo el honroso deber de prestar ayuda a quien más lo necesita y resaltando la importancia de proteger a quienes siguen haciendo tan noble labor.
Para recordar la dignidad y la calidad de superviviente de los más vulnerados, la Oficina de las Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA), asocia este día a una campaña centrada en un tema específico que invita a la población a reflexionar. En 2024, el tema es #ActForHumanity que literalmente significa #ActúaporlaHumanidad. Esta campaña insta a los líderes mundiales a poner fin a las violaciones de los DDHH y a la impunidad a la que han estado sometidos tanto los funcionarios humanitarios como la población civil, “normalizada” por los países que se encuentran en conflicto bélico, que han dejado la triste realidad de situar al 2023 como el año en el que más trabajadores humanitarios han fallecido desempeñando su labor y proyectando al 2024 con un nuevo récord mortífero, donde además se cree que casi 300 millones de personas necesitarán asistencia y protección humanitaria, debido a los conflictos, los factores económicos y la emergencia climática global.
Ante la pregunta: ¿Cómo se coordina la ayuda humanitaria internacional en respuesta a emergencias globales? Podemos decir que, ante una crisis, la ONU se coordina con el gobierno del país afectado para asegurar que la ayuda llegue a quienes más lo necesitan. Esta coordinación garantiza que la ayuda sea eficiente y se enfoque en las necesidades más urgentes. Además, se realizan análisis detallados de las situaciones de crisis, considerando las necesidades específicas de diferentes grupos poblacionales. La organización también trabaja en la prevención de desastres, fortaleciendo la preparación de las comunidades vulnerables y promoviendo la cooperación entre actores civiles y militares. A nivel internacional, debería liderar esfuerzos para mejorar la coordinación y el financiamiento de la ayuda humanitaria
Volviendo a nuestra reflexión, podríamos preguntarnos: ¿en qué nos beneficia la ayuda humanitaria? y ¿cómo podemos ayudar?
Ayudar a otros nos ayuda a nosotros mismos. La colaboración genera empatía, nos da sentido de pertenencia a la comunidad y un propósito de vida. Canalizar nuestras energías para el bien común, nos permite encuadrar y dimensionar nuestros problemas y, en consecuencia, gestionarlos de mejor manera.
Existen varias maneras de ayudar. Puedes involucrarte en tu comunidad, conversando con los líderes comunitarios y organizacionales para conocer los problemas y las soluciones planteadas. Ofrece tu ayuda, en tiempo, por ej. 2 horas semanales ¡te lo van a agradecer! También, puedes usar tus RRSS con el #ActForHumanity y compartir recursos educativos concienciadores creados por la OCHA. Además, si la economía te lo permite, puedes investigar ONG caritativas certificadas o GoFundMe y realizar una donación.
Créeme, los ciudadanos y en especial los niños de Ucrania, Sudán, Gaza o Venezuela necesitan de nuestra ayuda y cada aporte cuenta. Por último, si cuentas con tiempo, un excelente nivel de organización y recursos también puedes crear tu propia fundación. Espero que después de leerme, reconozcas y apoyes a los trabajadores humanitarios de tu país y del mundo.